La
mielinización es la formación de mielina, una sustancia blanca y adiposa que
cubre las células nerviosas y forma una capa aislante. La capa de mielina
permite la conducción de señales o impulsos entre nuestro cerebro y el resto de
las células de nuestro cuerpo. Existen distintos desórdenes de mielinización en
los cuales se daña la mielina, resultando en una interrupción de las señales y
ocasionando una variedad de síntomas neurológicos.
El
propósito de la vaina de mielina es permitir la transmisión rápida y eficiente
de impulsos a lo largo de las neuronas. Si la mielina se daña, los impulsos se
retrasan, lo cual puede causar enfermedades como la esclerosis múltiple.
De
acuerdo a la Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple, existen dos tipos de
mielina, que se distinguen tanto por su composición química como por ubicación
dentro del cuerpo. En el sistema nervioso central o CNS (por sus siglas en
inglés), que se compone por el cerebro y la médula espinal, la mielina es
producida por células nerviosas especializadas llamadas oligodendrocitas.
El
desorden de desmielinización adquirido más común en el CNS es la esclerosis
múltiple o MS (por sus siglas en inglés), que afecta a 400.000 personas en los
Estados Unidos y a 2,5 millones de personas en todo el mundo, según señala la
Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple. El Síndrome Guillain Barré es un
ejemplo de un desorden adquirido en el PNS.
Cuando
se daña la mielina como resultado de una enfermedad, el cuerpo puede repararla.
En el CNS, las oligodendrocitas están indicadas para comenzar a producir
mielina nueva en el lugar del daño.
Esta
probado científicamente que la estimulación acelera el proceso de
mielinización. La estimulación prenatal y neonatal, así como la recibida en los
primeros tres años de vida, afecta y promueve el desarrollo de conexiones
neuronales. El mayor periodo de plasticidad del cerebro se corresponde a los 6
primeros años de vida, y aún más de 0 a 3.
No
es el número de neuronas lo que influye en nuestro aprendizaje sino las
conexiones neuronales, fomentadas por la estimulación del medio ambiente que
reciba el bebé/niño.
El
proceso de mielinización es imprescindible para el aprendizaje ya que la
mielinización se realiza en el entorno donde nos hayamos.
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